TOMÁS ALMELA PARREÑO. UN FAUVISTA ENTRE HUERTOS DE PALMERAS. MAESTRO DEL PAISAJE, es la exposición antológica de carácter documental que presentó la extensa trayectoria plástica del veterano artista ilicitano [Elche, 1934], incansable investigador del paisaje alicantino, partícipe en los proyectos pictóricos locales y provinciales más representativos de los últimos sesenta años, conjuntamente con las figuras artísticas más destacadas. Cuenta con numerosos premios a lo largo de su carrera profesional, con obras repartidas por toda la geografía nacional en colecciones privadas y entidades públicas.
Se formó con grandes maestros. En su infancia conoció a Francisco Rodríguez Sánchez Clement e Ildefonso Cañizares Penalva, en la ilicitana Escuela Municipal de Dibujo y Pintura, y en la juventud fue alumno de José Pérez Gil, en la Escuela Profesional de Bellas Artes de Alicante, formando parte de una generación de soñadores movidos por la pasión de la pintura. Se dedicó por entero al oficio de pintor, contribuyendo con sus obras a perpetuar la imagen de Elche, oasis de palmeras, e investigar incansablemente el paisaje de la montaña alicantina.
En 1957 su cartel fue seleccionado y premiado para anunciar las representaciones del Misteri, y desde entonces continúa vinculado a la Festa. En 1965 formó parte junto a Alberto Agulló, Sixto Marco y Pola Lledó, del germen que dio lugar al Grup d´Elx, participando en 1966 en la primera exposición conjunta del grupo en la sala CASE de Alicante. La labor docente desarrollada durante más de cuarenta años, dieciocho de los cuales en la Escuela de Pintura Hort del Xocolater de la CAAM, le permitió formar a nuevos creadores y su pintura influenciar a generaciones de artistas.
Conocido como uno de los mejores paisajistas, los hermanos Tomás y Manuel Martínez Blasco escribieron en su obra Investigación en el Paisaje Pictórico Alicantino, publicada por la Diputación Provincial de Alicante en 1983:
La esencial condición del paisaje «fauve» es que el color, con su lirismo demasiado resplandeciente, lo determina todo: perspectiva, luz, contrastes, claroscuros... Siguiendo este planteamiento se vale Almela del color para representar el paisaje de Alicante bajo expresivos ángulos. Las tierras secas son vistas por él con horizontes altos; las nubes rotas en enérgicos fraseos de la pasta; las pedrizas quebradas angustiándonos con la presencia de sus moles enhiestas; los rastrojos arañando la limpieza del cielo...
Será inútil intentar el estudio del paisaje de Almela sin advertir antes al lector la carga de energía que cabe en el empleo del color ahilado; o sea, en el color presentado bajo una trabajosa operación de pincel que lo vuelve misterioso y sutil. De esta manera el fauvismo de Almela resulta cromáticamente fantástico, dígase menos gritón que el de sus compañeros en ferocidad. Y es que el paisaje cobra en sus manos un fulgor especial.
… La mejor conquista del estilo de Almela es, por tanto, la de su inteligente facilidad para otorgar a cada movimiento del pincel, cargado de color, una impecable estructura que raya entre lo objetivo y lo sustantivamente subjetivado. Digamos, pues, que en la lucha del paisaje, Almela se ha batido por la inteligencia. Toda la lucha y propuesta suya ha sido una dura batalla entre clasicismo y arte fauve.
En 1990 su pintura toma un giro plástico e inicia una nueva etapa de investigación del paisaje alicantino, dando comienzo a la Colección MONTAÑAS ALICANTINAS, en 1998 inicia la Colección SALINAS MEDITERRÁNEO, en 2005 desarrolla la Colección DUNAS MEDITERRÁNEO, y en 2017 la Colección PINADAS MEDITERRÁNEO, las cuales presentan una nueva dimensión en su trayectoria y lo sitúan entre los grandes pintores ilicitanos.
Fragmento de la obra Desde la Teulera. Colección Tomás Almela. |